14 de octubre de 2017

Guardianes de la intertextualidad


Allá vamos. Otra vez. De nuevo.

Supongo que nos podemos ahorrar el párrafo con las inevitables (y enésimas) disculpas por la errática cadencia de publicación del blog e ir directamente al turrón, ¿verdad? A ver si, aprovechando el empujón de la vuelta al cole, consigo producir nuevas entradas con una mayor regularidad y nos leemos más a menudo, que tengo preparadas un par de sorpresas muy interesantes. Como siempre, me preocupa mucho más la calidad que la cantidad, pero intentaremos que la balanza se equilibre un poco. Gracias por seguir ahí, de todos modos. A ver qué nos depara esta «tercera temporada».

Vaya, pues al final no nos lo hemos ahorrado.

Lo que sí voy a intentar evitar, más que nada porque me parece que quedaría muy pedante, es decir que estos meses de ausencia he estado trabajando en varios proyectos relacionados con la divulgación traductológica que espero que vean la luz pronto. Lo último que quiero es que el lector piense que he incluido unas ciento ochenta y cuatro palabras de relleno antes de ponerme en serio con el tema de la entrada.

Para ir volviéndole a coger el tranquillo a esto de escribir sobre traducción audiovisual, he pensado que lo más sencillo sería volver a centrarme en mi tema fetiche: los superhéroes. (Sí, hoy voy a lo fácil. Volved a leer la primera línea). Creo que sería interesante hacer un pequeño repaso al doblaje de los últimos productos audiovisuales de este género que han llegado a nuestro país y detenernos en ciertos detalles curiosos, a ver si nos hemos perdido algo reseñable. Aunque al inicio del nuevo curso hay que aparentar cierta sensación de novedad, los lectores habituales ya pueden imaginarse que no tardaré en saltar a la piscina de la intertextualidad. Y es que todavía aprieta el calor…

Todas las cintas del género que se han estrenado este año han tenido una calidad aceptable (¡ya era hora!), pero, en mi opinión, Marvel Studios sigue siendo la productora que mejor sabe replicar en la gran pantalla la sensación que te produce leer un tebeo de superhéroes. A ellos les debemos dos películas que, otra cosa no sé si serán, pero divertidas, un rato: Spider-Man: Homecoming (2017) y Guardianes de la galaxia Vol. 2 (2017). Sobre la primera no hay mucho que comentar en el ámbito que nos ocupa (salvo que es una alegría que se haya conservado el «Conmocionador» de los cómics como equivalente para «Shocker», nombre de uno de los compinches del villano de la función), pero cierta decisión de traducción tomada en la segunda ha conseguido que «ardan las redes». Sí, uso esta expresión porque en el instituto me picó un cuñado radioactivo.

En esta secuela, el grupo titular se desbanda y Rocket, un mapache parlante contrabandista, acaba siendo raptado por uno de los villanos, el saqueador espacial Taserface (si con esta frase no os he convencido de que la película es maravillosa, no sé qué más puedo hacer). Rocket no puede evitar reírse de su captor porque, vamos a ver, llamarse «Cara de Táser» muy serio no es. Para intentar enfurecerlo, en el doblaje español le propone un nombre alternativo igual de ridículo: «Cara Anchoa». Dada la razón por la que este término ha ganado popularidad en nuestro país, la polémica está servida. ¿Acaso los youtubers también están de moda en el espacio exterior? Hay que aclarar que, en versión original, el término que usa Rocket es «Scrotum Hat» y que el traductor de la cinta, Quico Rovira-Beleta, ha declarado que se inclinó por un equivalente más fiel, «Cara Escroto», que acabaría siendo modificado en sala. Sin duda, se trata de una decisión arriesgada, pero creo que el término elegido cumple con su función de hacer reír y va más allá de la referencia, que sí cuenta con una clara fecha de caducidad. En unos años, nadie se acordará del niñato que se llevó un sopapo por colgar bromas de mal gusto en internet, pero cierto mapache seguirá despertando risas con su insulto y es muy poco probable que la expresión rechine. Eso sí, el uso de este tipo de adaptaciones culturales en exceso puede acabar sacando al espectador de la película, pero sobre ese tema ya han hablado (y muy bien) tanto Scheherezade Surià como Carla Botella, así que no seguiré enrollándome. Por cierto, Taserface era conocido como Táser en los cómics españoles previos al largometraje, aunque ya os podéis imaginar que era un personaje muy minoritario. Y creo que este es el último empujón que necesitábamos para zambullirnos de una vez por todas en la intertextualidad, que ya hemos hecho de sobra la digestión.
 
Es por todos conocido que soy un poco tiquismiquis con los cambios de nombre de los superhéroes cuando llegan al celuloide. Ya os expliqué mi teoría sobre que, en la actualidad, la moda imperante es conservar en inglés el nombre de los personajes menos conocidos cuando este aparece en el título del largometraje aunque siempre haya sido traducido al español en los cómics. Pues bien, se confirma que Netflix es el nuevo cine, porque también están aplicando esta estrategia en sus series de Marvel. Iron Fist siempre había sido conocido como Puño de Hierro en nuestro país y The Defenders, el grupo al que pertenece esta versión de Danny Rand, como los Defensores. Más curioso es el caso de Frank Castle, el antihéroe de Marvel conocido como el Castigador en los tebeos, que pronto protagonizará su propia serie en la plataforma. Su nombre se ha traducido de hasta tres formas distintas en sus diversas apariciones en el cine y la televisión:
  • El Vengador. Cuando Castle llegó por primera vez a los multisalas en 1989 interpretado por Dolph Lundgren, los encargados de traducir el título se inclinaron por esta opción y no fueron demasiado fieles al cómic. El guionista tampoco. 
  • El Castigador. En 2004 este justiciero urbano volvió a dejarse caer por el séptimo arte con un largometraje propio dirigido por Jonathan Hensleigh y sí que se mantuvo el equivalente acuñado en las viñetas. 
  • The Punisher. Sí, con el artículo en inglés y todo. Así lo decidió Netflix (o, suponemos, su equipo de marketing) en la segunda temporada de Daredevil y así seguirá siendo en su spin-off de inminente estreno. Concuerda con mi teoría.
Visto lo que les cuesta decidirse por un nombre, me extraña que el pobre no haya acabado llamándose Max Power. 

Me gustaría acabar esta entrada centrándome en otro ejemplo curioso procedente del mundo de la televisión. La serie Agents of S.H.I.E.L.D., intento de llevar el Universo Cinematográfico Marvel a la pequeña pantalla, ha tenido una trayectoria comercial como mínimo irregular. En busca de la audiencia perdida, sus responsables decidieron introducir un héroe relativamente popular de la Casa de las Ideas al principio de la cuarta temporada. A partir de entonces, un amante de la alta velocidad con el cráneo llameante empezó a hacer acto de presencia en algunos episodios. Este superhéroe, que cuenta con dos largometrajes en su haber en los que fue interpretado por Nicolas Cage, recibe el nombre de «Ghost Rider» en inglés. En el doblaje de la serie, se recurrió a su equivalente de toda la vida en los cómics, «Motorista Fantasma», pero a esta traducción le pasa lo mismo que a Fernando Alonso: el coche hace que falle. Robbie Reyes, la encarnación del personaje que se presenta en Agents of S.H.I.E.L.D., utiliza un automóvil como medio de transporte, no una moto. Esto no hace necesario ningún cambio en inglés, pero precisó que en su colección de tebeos española recibiera un nuevo alias superheroico: «Piloto Fantasma». Como siempre, hay que recordar que estas decisiones pueden depender de muchas otras personas aparte del traductor, pero se confirma que el cuidado de la intertextualidad precisa de una documentación mucho más profunda de lo que uno pudiera imaginar. Cuando se trabaja con una fuente documental con tantos años de vida como los cómics de este género, el primer equivalente que hallemos no tiene por qué ser el más adecuado para el contexto que nos ocupa.

Debe de ser muy difícil ser motorista sin tener moto. Casi tanto como traducir adaptaciones de superhéroes sin tener en cuenta los cómics. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario